Mark Ryden, es uno de los artistas pictóricos más prominentes de la nueva
escena pop mundial. Su arte, a medio camino entre lo ingenuo y lo tétrico ha
cautivado al star system primer mundista entre los que destacan Leonardo Di
Caprio, Robert De Niro, Bridget Fonda, Ringo Star y cómo no, a los oscuros
Stephen King y Marilyn Manson. Con él, un arte bastardo lleno de guiños a la
cultura pop desdeñados por lo establecido, se abre paso firme entre las
galerías de arte vanguardista.
De niño, los profesores
se desconcertaban al ver los autorretratos con un tercer ojo en mitad de la
frente o los animales con las vísceras afuera que dibujaba el pequeño Mark
Ryden. Gracias a que su familia lo apoyó mucho no sucumbió a la “normalidad”
que le exigían sus maestros y además aprendió a disfrutar de la confusión y el
susto que provocaba en los profesores. Desde aquellos años Mark Ryden (1963,
California) continúa creando universos extraños y perturbadores, donde se
mezclan imágenes sacadas de cuentos de niños con iconografía pop, frases en
latín, la numerología, elementos de la alquimia, imágenes religiosas, carne y
sangre. Mucha sangre. Agarra el mismo universo de los surrealistas, fascinado
por el inconsciente colectivo e individual, pero lo dota de una imaginería
deliberadamente cargada de connotaciones culturales actuales.
Es así como la
trayectoria de Mark Ryden cruza desde la ilustración hasta un manejo eximio del
óleo, trabajando tanto en proyectos personales como en carátulas de discos de
célebres artistas como los Red Hot Chili Peppers, Ringo Starr y la mega
estrella Michael Jackson. Para este último, Ryden diseñó la carátula del álbum
Dangerous, una de las más emblemáticas de Jackson y que según algunos
entendidos, junto a Sargent Pepper’s de los Beatles, es una de las carátulas
más logradas de la historia del pop.
“Michael pidió cosas
muy específicas y yo hice analogías particulares para dar lugar a estos
símbolos… Michael, me dijo que el diseño debía resultar misterioso para que la
gente la interpretara a su manera.”
Aquella mítica carátula
la encabezan los ojos del cantante pop tras un antifaz dorado y hacia abajo,
numerosos detalles van revelando aquel misterioso pedido de Jackson. Los
números 7 y 9, asociados a la buena fortuna en la numerología, se repiten en
tres ocasiones. El pequeño vocalista de los Jackson 5 aparece en un rincón
protegiendo al protagonista de Mi Pobre Angelito, Macaulay Culkin, conocido
amigo de la mega estrella, a quien en su minuto quisieron llamar a declarar por
supuestos abusos sexuales de Jackson hacia él. También un niño negro abraza el
cráneo de El Hombre Elefante, el tristemente célebre deforme del que Jackson
quiso comprar su esqueleto pero no consiguió. Imágenes perturbadoras como fatuos
pavos reales, ángeles, túneles del terror, símbolos de la buena fortuna como
pequeños elefantes se van descolgando por el infinito cartel y todo este
espectáculo críptico lleno de símbolos populares queda presidido por Barnum,
uno de los más famosos dueños de circos del siglo XIX, bajo la omnipresente
mirada del Rey de Pop. Además aparece Bubbles, su mascota adorada ya muerta.
Ryden ha contado que a Jackson no le gustaron los primeros dibujos que hizo de
ésta porque no se reflejaba “lo dulce que es”.
Las creaciones de Ryden
inquietan al aparecer, por ejemplo, una niña de rodillas rezando ante una
aparición de Barbie, cuadros súper oníricos e infantiles donde los
protagonistas son rostros reconocidos como Di Caprio, Cristina Ricci o Björk,
conocidos admiradores de Ryden, o niñas que tienen de mascota a Benjamin
Franklin. Además está la carne presente en casi todas sus pinturas. Chuletas
crudas que sirven de pedestal para conejos o apoyo en general. Para el artista
“la vida es una gran
ilusión. Somos criaturas de energía pura y la carne es lo que nos mantiene
enteros”
La colección más tétrica y angustiante de Ryden y que de
paso le ganó un sitial de honor en el mundo de los góticos, fue “Blood:
Pinturas en Miniatura sobre Desolación y Miedo”, una serie de pequeños retratos
de niñas que lloraban sangre y guaguas hambrientas ante un plato de sangre y un
largo y tremendo etcétera. Aquella colección fue quizás la más íntima de Ryden,
la hizo el año en que su esposa le pidió el divorcio y tuvo que dejar de vivir
con sus hijos.
“Es brutal que tus sueños se destruyan y que las esperanzas de tu vida y familia se hagan a un lado, eso causa un dolor muy profundo. Me pareció muy curioso que no hubiese sangre en mi trauma, me parecía que con tanto dolor debería estar bañado en sangre. Quería ser capaz de ver mis heridas pero no estaban en la superficie de mi carne.”
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